lunes, 20 de mayo de 2019


Retratos del feminismo

Es un video documental de Netflix que recoge el testimonio de líderes de la segunda ola del feminismo. Estas no solo luchaban por la igualdad legal, social y cultural, sino que con este presupuesto en mente y como una consecuencia lógica añadían la igualdad sexual y reproductiva ([Mas adelante en el tiempo, con la tercera ola, se considerará la naturaleza misma como un obstáculo y un elemento jerarquizante y subyugante, con lo que se llegará al extremo de la igualdad biológica.). De la que derivan todos los llamados derechos reproductivos y sexuales.

Un cambio necesario

No se puede negar que los hombres por siglos y a lo largo de la historia de la humanidad se han sentido y, consecuentemente, han obrado como superiores a las mujeres, aún un hoy muchos los siguen haciendo. Esta realidad es un defecto, un mal y un error lamentable que debe ser corregido.
Muchas mujeres han sufrido la humillación y el desprecio por siglos. A lo largo de la historia como las mujeres no tenían voz, callaban, no podían decir nada al respecto; incomunicadas, el único vehículo para trasmitir su malestar eran los mismos hombres (cosa que jamás tendría repercusiones sociales), además de que cualquier brote de inconformidad era considerado culturalmente un mal; circunstancialmente estaban condicionadas a guardar silencio.

Muchas mujeres mientras vivieron en estas condiciones fueron heridas, maltratadas, despreciadas, usadas, etc. Esto naturalmente les ocasionó profundas heridas emocionales e incluso en muchos casos, heridas físicas. Pero dada las condiciones históricas no podían hacer nada, simplemente guardar silencio. Solo cuando los tiempos estaban madures y las circunstancias se propiciaron, las mujeres empezaron a alzar su voz; sus palabras fueron escuchadas, en muchos casos calladas y en otros acogidas, pero lo que sí es una realidad es que empezó a cambiar la sociedad y el modo en el que esta veía el papel de la mujer en la misma.

A este punto es conveniente resaltar que, en muchos casos, lo que llevó a la revolución feminista fue un mal: el egoísmo de los hombres, su autosuficiencia y su machismo. Este mal ocasionó grandes heridas, resentimientos y odios entre las mujeres, estos sentimientos llevaron a la lucha justa por la reivindicación de la dignidad femenina, pero también como un agua subterránea siguió alimentado el colectivo feminista, a muchos de sus activistas y simpatizantes hasta llegar a una apatía y rechazo, a veces visceral, por lo masculino y a todo lo que tenga que ver con él (característico del feminismo de la tercera ola).

Es verdad que había discriminación, subyugación y una concepción injusta de la mujer, y que del mismo modo era necesario un cambio en la mentalidad. Sin embargo, el cambio necesario y legítimo, impulsado por los odios y los resentimientos emocionales no terminan bien. Los odios no son buenos conversadores, ni mejores consejeros, nunca lo han sido y nunca lo serán. Aunque el movimiento ha tenido logros positivos, por su raíz emocional, ha degenerado en confrontación negativa de los sexos, irresponsabilidad y desenfreno sexual, en el asesinato de miles seres humanos en el vientre de su madre y antes de nacer, la desfiguración de la realidad y la verdad y por último la desnaturalización de la misma naturaleza, visión que sin respeto por la diferencia se quiere imponer a todos a través de la ley.

Es por ello que igual de necesario al cambio de mentalidad es la reorientación de la reivindicación de lo femenino, según la base la realidad, de la verdad, de la bondad y de la naturaleza, en donde la igualdad no implica el rechazo de la diferencia, sino que más bien reconoce en ella la complementariedad; lo que yo no tengo me lo puede aportar el otro. Esta complementariedad es la que establece los auténticos lazos sociales y culturales y la única capaz de establecer una sociedad en paz, capaz de vivir con el diferente reconociendo en él un complemento.