Retratos del feminismo
Es un video
documental de Netflix que recoge el testimonio de líderes de la segunda ola del
feminismo. Estas no solo luchaban por la igualdad legal, social y cultural,
sino que con este presupuesto en mente y como una consecuencia lógica añadían
la igualdad sexual y reproductiva ([Mas adelante en el tiempo, con la tercera ola, se considerará la naturaleza misma como un obstáculo y un elemento jerarquizante y subyugante, con lo que se llegará al extremo de la igualdad biológica.).
De la que derivan todos los llamados derechos reproductivos y sexuales.
Un cambio necesario
No se puede negar
que los hombres por siglos y a lo largo de la historia de la humanidad se han
sentido y, consecuentemente, han obrado como superiores a las mujeres, aún un
hoy muchos los siguen haciendo. Esta realidad es un defecto, un mal y un error
lamentable que debe ser corregido.
Muchas mujeres
han sufrido la humillación y el desprecio por siglos. A lo largo de la historia
como las mujeres no tenían voz, callaban, no podían decir nada al respecto; incomunicadas,
el único vehículo para trasmitir su malestar eran los mismos hombres (cosa que
jamás tendría repercusiones sociales), además de que cualquier brote de
inconformidad era considerado culturalmente un mal; circunstancialmente estaban
condicionadas a guardar silencio.
Muchas mujeres
mientras vivieron en estas condiciones fueron heridas, maltratadas,
despreciadas, usadas, etc. Esto naturalmente les ocasionó profundas heridas
emocionales e incluso en muchos casos, heridas físicas. Pero dada las
condiciones históricas no podían hacer nada, simplemente guardar silencio. Solo
cuando los tiempos estaban madures y las circunstancias se propiciaron, las mujeres
empezaron a alzar su voz; sus palabras fueron escuchadas, en muchos casos
calladas y en otros acogidas, pero lo que sí es una realidad es que empezó a
cambiar la sociedad y el modo en el que esta veía el papel de la mujer en la
misma.
A este punto es
conveniente resaltar que, en muchos casos, lo que llevó a la revolución
feminista fue un mal: el egoísmo de los hombres, su autosuficiencia y su
machismo. Este mal ocasionó grandes heridas, resentimientos y odios entre las
mujeres, estos sentimientos llevaron a la lucha justa por la reivindicación de
la dignidad femenina, pero también como un agua subterránea siguió alimentado
el colectivo feminista, a muchos de sus activistas y simpatizantes hasta llegar
a una apatía y rechazo, a veces visceral, por lo masculino y a todo lo que
tenga que ver con él (característico del feminismo de la tercera ola).
Es verdad que
había discriminación, subyugación y una concepción injusta de la mujer, y que
del mismo modo era necesario un cambio en la mentalidad. Sin embargo, el cambio
necesario y legítimo, impulsado por los odios y los resentimientos emocionales
no terminan bien. Los odios no son buenos conversadores, ni mejores consejeros,
nunca lo han sido y nunca lo serán. Aunque el movimiento ha tenido logros
positivos, por su raíz emocional, ha degenerado en confrontación negativa de
los sexos, irresponsabilidad y desenfreno sexual, en el asesinato de miles
seres humanos en el vientre de su madre y antes de nacer, la desfiguración de
la realidad y la verdad y por último la desnaturalización de la misma
naturaleza, visión que sin respeto por la diferencia se quiere imponer a todos
a través de la ley.
Es por ello que igual
de necesario al cambio de mentalidad es la reorientación de la reivindicación
de lo femenino, según la base la realidad, de la verdad, de la bondad y de la
naturaleza, en donde la igualdad no implica el rechazo de la diferencia, sino
que más bien reconoce en ella la complementariedad; lo que yo no tengo me lo
puede aportar el otro. Esta complementariedad es la que establece los
auténticos lazos sociales y culturales y la única capaz de establecer una
sociedad en paz, capaz de vivir con el diferente reconociendo en él un
complemento.